jueves, 23 de agosto de 2012

~ Era indispensable, algo inigualable. Tan solo estaba ella, en aquella bañera para dos, acariciando con los dedos la ausencia de a quien se ama. Echaba chorros de gel con olor a rosas, con los ojos cerrados dejando  que aquel perfume le nublase los sentidos. Posaba sus pies en el potente chorro de aquella bañera, notando como aquellas cosquillas recorrían sus todo cuerpo, anhelando a alguien con quien bromear. Era su lugar preferido, su único cuarto con pestillo, el único lugar donde las lágrimas se camuflaban con el vapor del agua caliente y chapuzones de cuerpo entero. Era una rutina, sumergirse en la bañera y sumergir sus pensamientos en aquellos discos de vinilo de los años '80, creía poder viajar al pasado si escuchaba sonidos que de personas que ya no estaban. Rememoraba cada mensaje que él la escribía, tantas de aquellas noches que el teléfono la despertaba tan solo para recordarle cuanto la quería y colgaba. No podía evitar llorar, de felicidad. Se preguntaba que haría cuando no pudiese compartir baños con él, poder asustarse el uno al otro por casa, pedir que la hiciese su comida favorita o tan solo mirarle dormir. Pero sin embargo ahí estaba él para recordarle que pasaban los años y sus promesas eran firmes, sinceras y de corazón. Y el corazón nunca miente. 'Me quedaré contigo para siempre, te lo prometo princesa'- la hizo salir de sus pensamientos, en un mensaje de teléfono más.