Dio un paso al frente y abrió aquella puerta de madera chirriante. Todo seguía tan oscuro y frío como lo recordaba. Cerró la puerta y se sentó en el sofá. En su sofá. Tras coger una manta se quedó dormida escuchando como las nubes negras, traían truenos que ya no podrían asustarla. En la cabaña que había decidido ivernar estaba lo suficientemente escondida del mundo, con el único camino de llegada a través de sus huellas. Ahora sabía que si alguien volvía a sacarla de aquella cabaña, valdría la pena salir. Habría tenido el valor de perderse en aquel bosque solo para encontrarla a ella.
~ Supongo que a veces necesitamos unas vías de escape que através de la garganta no encuentran salida. El deslizar de los dedos sobre el teclado es hoy día, el lenguaje del alma.
domingo, 21 de septiembre de 2014
Cabaña.
Se había acostumbrado a aquellos pequeños rayos de sol que eran capaces de atravesar los árboles, aquellos rayos que la hacían sentir cálida entre tanta brisa helada. Caminaba entre aquel frondoso bosque, rodeado por montañas que parecían acariciar el cielo. Caminaba dando fuertes pisadas en la blanquecina nieve, tan fuerte como las pocas fuerzas le quedaban, ya no quedaba mucho. El viento era demasiado fuerte, las ramas de los árboles caían frente a sus ojos, nubes negras encapotaban de nuevo el cielo azul, mirando al cielo una vez más, su cuerpo comenzó a temblar; sabía que la oscuridad llamaría de nuevo a su puerta. Temblaba, pero el temor ya no era su motivo. Durante demasiados meses atrás, corrió por aquel bosque, pensando que la oscuridad no alcanzaría todo hasta donde alcanzase su vista, que en algún lugar se hallaría la luz que la llevase de vuelta a casa. Pero ahora temblaba al sentir que las nubes negras que la abrazaban, ese frío que la paralizaba, se había vuelto su hogar. Aquel falso calor de abrigo y sensación de satisfacción por una taza de chocolate caliente, era más seguro que volver a seguir una linterna, creyendo que la conducirían hasta nuevos rayos de sol. Al fin, llegó de nuevo, a aquella pequeña cabaña perdida en el bosque. Se quedó en la puerta, inmóvil, dudando durante unos minutos si volver a entrar. Sabía que una vez entrase, sería difícil volver a tener el valor de salir.
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