~ Era un sentimiento que galopaba sin resentimiento, sin pensamientos a favor. Era un ardor en el pecho, no subía ni bajaba, tan solo se estancaba junto a su pena. Cada día era un llanto nuevo, una lágrima de diferente forma y el mismo dolor. Se preguntaba por qué a ella, por qué ahora. "Tan solo hay que mirarme para saber el por qué" - se dijo mirándose al espejo. Se recogía el pelo mientras se secaba aquellas lágrimas que marcaban sus mejillas cada vez que decidían correr hacia su barbilla. "¿Aún crees en cuentos?, tan solo, mírate. - se dijo mirando sus brazos arañados. Caminó hasta la otra punta de la habitación, en busca de su cajón de lectura, y ahí estaba...'Fairy Tales'. Fue su libro favorito durante años. Aún recordaba a su padre leer aquel libro cada noche, en el borde de su cama, mientras la contemplaba dormir. Era hermoso, poder conservar todos aquellos recuerdos, aquellas historias tan solo marcadas con tinta en un par de papeles. Lo abrió y comenzó a pasar páginas hasta la portada final. Había una dedicatoria. Era su gran Credo, sus 'diez mandamientos', los cuales la consolaban cuando no le quedaba nada, ni nadie. Antes de comenzar a leer posó el dedo índice sobre la primera línea, antes de comenzar a leer, sabiendo que una vez que empezase, las lágrimas se desprenderían de sus ojos como cascadas, sin poder controlarlo, una vez más. "Querida Anne; la vida son más piedras que caminos, más castillos que príncipes irán en su busca, más tormentas que cielo por cubrir, más penas que consuelos por conseguir, pero debes recordar; el mundo no es perfecto, aquellos que habitan en él tampoco. Compréndeles".

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