lunes, 27 de febrero de 2012

Stanford.


~ El invierno de nuevo se acercó a las calles de Stanford y con él, la llegada de Jesse. Habían pasado meses desde él abandonó su ciudad de origen para reencontrarse con sí mismo pero desde aquellas últimas navidades pasadas, eso jamás sucedió. Conducía por la carretera perplejo, distraído a la par que nostálgico; era tan nuevo y tan conocida aquella sensación de volver a casa...No podía, aquella sensación le arañaba desde dentro, desgarrándole la poca cordura que Samantha dejó en él. El coche paró en seco, se quitó el cinturón de seguridad y salió del coche, como si todo aquel trayecto hasta ese lugar hubiera contenido la respiración. "Y dime...¡cómo debo seguir si tú eras mi guía, mi estrella polar, eras mi luz al final del túnel y ahora no veo nada!"- gritó pegando un portazo a la puerta del coche. Se apoyó en la parte trasera del coche  y fue descendiendo hasta quedar sentado en el suelo con la cabeza apoyada en sus rodillas, tan solo con el ruido del motor y unos llantos apenas perceptibles para quien no sabe que duele más aquel que calla. Pasaron minutos, quizás horas, pero la conciencia del tiempo se paró una vez entró en Stanford y Samantha como un rayo de luz penetró en su mente sin permiso, galopando hacia sus recuerdos. Con lágrimas en los ojos decidió adentrarse en el coche sin pensar y de nuevo condujo, con aquel remolino en el estómago. Allí estaba, de nuevo, frente a una casa con la cual un día soñó con llamar 'hogar', pero para él perdió todo aquel significado si dentro no estaba ella, y la familia que un día soñaron formar juntos. Abrió la puerta y todo estaba desierto, los pocos muebles que dejó tapados con sábanas blancas, era un ambiente más que tétrico para Jesse. Dejó la puerta abierta y se dirigió hacia coche para coger las escasas maletas que se llevó consigo al marchar. Subió las escaleras, escalón a escalón sentía que enfrentaba a un pasado que era más que un presente para él, pero ya no había marcha atrás, formaba parte de él y encontrarse consigo mismo, era algo que había aprendido después de repetirse una y otra vez, que ella siempre sería parte de su vida, hubiera decidido marcharse sin él o no. Dejó sus maletas en un rincón de aquella habitación color azul grisáceo, se acercó hacia una esquina de la habitación y en cada pared se encontraba una ventana. Era el rincón de pensar de Jesse, recordaba haberle puesto aquel nombre después de diferentes discusiones con Samantha y siempre haber encontrado la solución acercándose a aquel lugar y pensar en ella, en un solución y haberse encontrado en un beso. Crujió, y un escalofrío recorrió como un dedo helado la espalda de Jesse. Se giró rápidamente como una alerta que no se percibe, un sexto sentido. En aquel instante un chasquido de le hizo perder el conocimiento aun siendo consciente de que él ya no formaba parte de su cuerpo, estaba fuera de sí. Se vio desde fuera flotando en el aire, frente a las ventanas de aquel rincón, conocía aquel aroma que estaba por llegar, aquel dolor tan placentero que tan solo sentía en aquella casa, y sabía que era la única manera de reencontrarse con ella. "Bienvenida fue la muerte que has traído a mi, te extrañaba, Samantha"- susurró antes de caer sin pulso al suelo.


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