~ Supongo que a veces necesitamos unas vías de escape que através de la garganta no encuentran salida. El deslizar de los dedos sobre el teclado es hoy día, el lenguaje del alma.
martes, 11 de noviembre de 2014
Morning.
Hoy, es de esas mañanas en las que me gustaría tener con quien poder apagar la alarma del despertador, mirarnos y saber qué ambos llamaríamos para decir al trabajo qué estamos enfermos. Poder quedarnos escondidos debajo de las mantas mientras el sol empieza a salir y la noche empezaría para nosotros tan solo con bajar la persiana. Abrazados, 'enfermos' y con sueño.
sábado, 11 de octubre de 2014
Time.
Cuando quieres a alguien de verdad, las palabras para demostrarlo no valen, no pueden alcanzar un cuarto de lo que quieres enseñar al mundo por esa persona, por eso sé que cuando amas a alguien de verdad, quedarte en un sillón no es una opción. El amor es un acto de libertad; poder elegir a mil personas y quedarte con la única que te hace sentir que tienes un hogar paseando por un parque, la persona que si ve que no eres capaz de levantarte, se tumbe contigo. El amor no se ruega. Aprendí que cuando quieres a alguien, el resto del mundo se vuelve invisible a tus ojos y tú única ilusión es gritar al mundo qué ella es tuya, qué es la persona que te alegra tan solo con mirar su foto cuando no está. El amor es impaciente y cuando abres los ojos y sabes que es ella, no puedes ni quieres hacer otra cosa qué no sea correr hacia la puerta de su casa para darle el abrazo qué te haga sentir que estás a salvo. Esperar por verla no es una opción. El amor es egoísta, y el corazón quiere salir por la garganta, con tan solo pensar qué otro la haga sonreír o pueda querer apartar el mundo qué ella te otorga llevándosela consigo. El amor es no tener cavidad para la cobardía, ser capaz de mover el cielo por decirle una vez más qué sin ella no existe luz entre tanta oscuridad. El verdadero amor no conoce el miedo. En un corazón con tantas cosas buenas gracias a alguien, no puede conocer el miedo de arriesgarse. El amor no está hecho para los cobardes.
domingo, 21 de septiembre de 2014
Cabaña.
Se había acostumbrado a aquellos pequeños rayos de sol que eran capaces de atravesar los árboles, aquellos rayos que la hacían sentir cálida entre tanta brisa helada. Caminaba entre aquel frondoso bosque, rodeado por montañas que parecían acariciar el cielo. Caminaba dando fuertes pisadas en la blanquecina nieve, tan fuerte como las pocas fuerzas le quedaban, ya no quedaba mucho. El viento era demasiado fuerte, las ramas de los árboles caían frente a sus ojos, nubes negras encapotaban de nuevo el cielo azul, mirando al cielo una vez más, su cuerpo comenzó a temblar; sabía que la oscuridad llamaría de nuevo a su puerta. Temblaba, pero el temor ya no era su motivo. Durante demasiados meses atrás, corrió por aquel bosque, pensando que la oscuridad no alcanzaría todo hasta donde alcanzase su vista, que en algún lugar se hallaría la luz que la llevase de vuelta a casa. Pero ahora temblaba al sentir que las nubes negras que la abrazaban, ese frío que la paralizaba, se había vuelto su hogar. Aquel falso calor de abrigo y sensación de satisfacción por una taza de chocolate caliente, era más seguro que volver a seguir una linterna, creyendo que la conducirían hasta nuevos rayos de sol. Al fin, llegó de nuevo, a aquella pequeña cabaña perdida en el bosque. Se quedó en la puerta, inmóvil, dudando durante unos minutos si volver a entrar. Sabía que una vez entrase, sería difícil volver a tener el valor de salir.
Dio un paso al frente y abrió aquella puerta de madera chirriante. Todo seguía tan oscuro y frío como lo recordaba. Cerró la puerta y se sentó en el sofá. En su sofá. Tras coger una manta se quedó dormida escuchando como las nubes negras, traían truenos que ya no podrían asustarla. En la cabaña que había decidido ivernar estaba lo suficientemente escondida del mundo, con el único camino de llegada a través de sus huellas. Ahora sabía que si alguien volvía a sacarla de aquella cabaña, valdría la pena salir. Habría tenido el valor de perderse en aquel bosque solo para encontrarla a ella.
viernes, 20 de junio de 2014
Esperando.
Había pasado demasiado tiempo temiendo a la oscuridad, gritando en nombre de la bondad qué alguien le tendiese su mano y la sacase en brazos de aquella habitación sin ventanas, pero algo había cambiado en ella. Ya no temía a la oscuridad, ahora formaba parte de ella. Ya no le preocupaba no encontrar el interruptor de aquel zulo o que nadie escuchase sus gritos de angustia, ahora, simplemente cantaba. Cantaba melodías medievales, música celta que la hacia bailar en círculos por aquella habitación, tarareaba durante horas hasta quedar exhausta. Siempre creyó que tal vez algún día, alguien acudiría a su llamada escuchando su necesidad pero en aquella oscuridad, ella aprendió que si algún día alguien la escuchaba y decidía quedarse, quería que fuese oírla cantar y reír a pesar de no tener nada. Nos inculcan desde pequeños qué nacemos incompletos, con una parte de nosotros que nos falta, y es por ello que consideramos el amor una necesidad en vez de un milagro como lo que es. Los milagros ocurren pero hay que estar preparados para saber apreciarlos cuando aparecen. Encontrar a alguien que no considere su oscuridad un defecto sino un lugar que iluminar juntos. Encontrar a esa persona que haga de su infierno un lugar en el que querer estar. Y cada día se preguntaba si tal vez esos milagros no le ocurrían a personas como ella. Solamente cantaba esperando que algún día alguien la escuchase de nuevo.
miércoles, 28 de mayo de 2014
Cristal.
Juliette decidió comenzar a correr, correr con las fuerzas qué le fantaron para luchar contra el mundo en su día. Se adentró en el bosque y descalzó sus pies, soltó su pelo y comenzó a acariciar cada árbol por el que pasaba, intentando dejar huella de su presencia en aquel lugar. Podía sentir en sus pies el rocío de la mañana en la hierba, tan solo era necesario cerrar los ojos para escuchar el canto de los pájaros que parecían seguir el compás del viento, ya no tan imperceptible para ella. Bajó el ritmo de la marcha y decidió poner en marcha todo en lo que estaba dispuesta a creer una vez más: "La magia de todo lo que los ojos del hombre no pueden ver." Le aterraba la oscuridad que la encubría cada vez que entornaba los ojos pero se respiraba tanta paz aquel lugar, qué decidió no pensar en la oscuridad como tal, sino como un punto de referencia para poder apreciar en su totalidad el resto de los colores. Flexionó las rodillas, apoyando su espalda en la corteza de un sauce, escuchando como la brisa movía sus ramas. Echó la cabeza hacia atrás, observando como los rayos de sol atravesaban las hojas verdes, provocando miles de colores a su vez. Al compás de la brisa parecía venir a lo lejos el eco de la voz de su madre, haciéndole recordar porque había llegado hasta ahí: - "Recuerda, qué todo depende del cristal con el que lo mires. Está en tu mano cambiar la oscuridad por la luz". Sonrío, con una mezcla de nerviosismo y entusiasmo, y pensando: - "El mejor cristal es aquel que no podemos cambiar nosotros, el que nos viene impuesto en nuestra manera de ser al nacer. Nuestra manera de amar las cosas que hacemos".
lunes, 26 de mayo de 2014
miércoles, 21 de mayo de 2014
Dark.
Sentía ese miedo que tan solo puede experimentar una persona ante algo nuevo, ante algo grande. Tal vez demasiado grande para asimilar de repente, que algo así llegase y pudiese irse tan rápido como vino. ¿Había sido demasiado bonito para ser verdad?. Como poder acostumbrarse a ser querida, si te han enseñado una y mil veces que todo cambia en cuanto entregas todo cuanto queda de ti. No queda amor para uno mismo pero milagrosamente, siempre conseguimos sacar para dar a alguien que saca lo mejor de nosotros. Creemos estar acostumbrados a que se marcharán, a que en cuanto demos el paso de darlo todo y todo cambie, no nos impresionará esta vez, pero descaradamente nuestro corazón grita pidiendo atención, un poco de tranquilidad para un corazón atormentado. ¿Y sí tan solo fue un espejismo?. Como una luz al final de un túnel, crees que estás apunto de ver la salida, qué alguien te está tendiendo la mano para alcanzarla pero de repente, esa mano desaparece y te das cuenta que era una simple sombra de los que ya habían llegado a la puerta, y a ti aún te queda mucho camino que recorrer sola, aferrándote a la pared para seguir el camino y no perderte de nuevo en la inmensa oscuridad. Creemos ser capaces de dominar el miedo, intentamos dar otro nombre a ese temblor en el estómago cuando pensamos que todo está cambiando, o se vaya a desvanecer eso que tanto hemos anhelado conseguir. Pero a fin de cuentas no es más que eso, miedo a que esa mano solo sea una sombra que cuando escuche nuestro grito de socorro, desaparezca también, una vez que sepa que la necesitamos.
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