Sentía ese miedo que tan solo puede experimentar una persona ante algo nuevo, ante algo grande. Tal vez demasiado grande para asimilar de repente, que algo así llegase y pudiese irse tan rápido como vino. ¿Había sido demasiado bonito para ser verdad?. Como poder acostumbrarse a ser querida, si te han enseñado una y mil veces que todo cambia en cuanto entregas todo cuanto queda de ti. No queda amor para uno mismo pero milagrosamente, siempre conseguimos sacar para dar a alguien que saca lo mejor de nosotros. Creemos estar acostumbrados a que se marcharán, a que en cuanto demos el paso de darlo todo y todo cambie, no nos impresionará esta vez, pero descaradamente nuestro corazón grita pidiendo atención, un poco de tranquilidad para un corazón atormentado. ¿Y sí tan solo fue un espejismo?. Como una luz al final de un túnel, crees que estás apunto de ver la salida, qué alguien te está tendiendo la mano para alcanzarla pero de repente, esa mano desaparece y te das cuenta que era una simple sombra de los que ya habían llegado a la puerta, y a ti aún te queda mucho camino que recorrer sola, aferrándote a la pared para seguir el camino y no perderte de nuevo en la inmensa oscuridad. Creemos ser capaces de dominar el miedo, intentamos dar otro nombre a ese temblor en el estómago cuando pensamos que todo está cambiando, o se vaya a desvanecer eso que tanto hemos anhelado conseguir. Pero a fin de cuentas no es más que eso, miedo a que esa mano solo sea una sombra que cuando escuche nuestro grito de socorro, desaparezca también, una vez que sepa que la necesitamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.