Se convirtió en una mujer que no daba un paso en falso, tanteaba el terreno en repetidas veces incluso pudiendo ver de lejos que era de piedra, por miedo a que se rompiese y caer de nuevo. Sin saber porque, un día decidió quitarse el cinturón y pisar el acelerador. Había comprobado que fuese el suelo de piedra, madera, nubes o mar, incluso el material más duro podía quebrarse y dejarla caer a lo más hondo que su imaginación pudiese llevarla. Ya no importaba qué número marcase el velocímetro o en que marcha estuviese el coche. Lo único qué importaba era correr y solo había una opción válida: Correr más rápida que sus pensamientos o luchar contra ellos. Era peligroso, podría definirse como algo más que arriesgado, inconsciente incluso, pero, quitarse aquel cinturón de seguridad simplemente la hizo sentir reconfortante. Sabía que había emprendido un viaje hacia ningún lugar, con el GPS marcando a ningún destino, pero ya nada importaba. Había dejado su equipaje en una gasolinera cualquiera, sus recuerdos en marcos en una casa qué ya no recordaba y un montón de planes metidos en el maletero de un coche sin seguro. Intentaba enmascararse bajo un poco de maquillaje y demasiadas frases irónicas en cadena, pero nada de eso importaba en la soledad de aquel coche. No era más que una mujer con alma de niña con miedo a que nadie le preocupe hacerla frenar, que ya nadie pudiese protegerla en caso de que fallase el cinturón de seguridad y le dijesen: 'No tengas miedo, estoy aquí.'
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.