lunes, 12 de mayo de 2014

Animal.


Se había convertido en un animal maltratado; juega, ríe, pide atención y cariño pero si alguien acerca la mano realmente para acariciarle, agacha la cabeza pensando que le volverán a pegar. 

lunes, 5 de mayo de 2014

Eterna oscuridad.

Tal vez tuviese razón. Tal vez había ignorado demasiado tiempo que ella vivió en la oscuridad, sumergida en una habitación en la que la única ventana hacia meses se quedó atascada con la persiana bajada. ¿Cómo podría comenzar a parpadear una bombilla rota a golpes por el miedo?. Era ilógico y por ello decidió ignorarlo. Tal vez fuesen las ansias por volver a ver la luz o simplemente una alucinación provocada por su mente tras haberlo deseado demasiado. Mientras daba vueltas por esa habitación a oscuras la calma comenzó a llegar a su fin. Dejó de darle tiempo a la agonía y decidió gritar aporreando las paredes de aquel zulo aparto de la mano de Dios, por si en algún momento, alguien la pudiese escuchar. No importaba salir sin fuerzas, con el pelo desmarañado o las uñas arrancadas por arañar la pared, tan solo pedía alguien que la sacase en brazos de aquella eterna oscuridad. En uno de sus repetidos intentos por escapar sin ayuda, cayó desplomada al suelo, con uno de sus brazos por encima de los ojos, sabiendo que el llanto, no había hecho nada más que empezar. De repente, de nuevo, la bombilla parpadeo. Se incorporó poco a poco, no podía entenderlo, ¿era esto posible?. De repente, alguien empezó a aporrear aquella pared, gritando su nombre. Su corazón se aceleró, sin poder asimilar volver a escuchar una voz que no fuese ella, que le calase tan hondo en la piel. Se levantó como si una tempestad arrebatase su alma, intentando escuchar de que parte exacta de la pared procedía la voz que había vuelto a rescatarla. De repente, una grieta se abrió en aquel muro. Se apartó lentamente, sudada y exhausta por todo aquel último esfuerzo. Todo era demasiado confuso. Sus rodillas empezaron a temblar y sus pupilas empezaron a contraerse, pero...¿era esto posible?. La luz comenzó a entrar en aquella eterna oscura habitación mientras alguien gritaba su nombre, intentando guiarla de nuevo hacia la luz. Pero se había acostumbrado a que la abandonasen en la oscuridad y ahora, tal vez no podía creer que alguien estuviese intentando derribar aquel muro por ella.  

martes, 31 de diciembre de 2013

Intenciones.


Veo venir el final del año, allá a lo lejos, como si a pesar de un par de campanadas, la mala fortuna acechase mi espalda, un año más. Es continua, esa ilusión por tener una excusa final oficial para decir; "Empezamos de cero" y dejásemos todo atrás. Cada Navidad, mi momento más ansiado es Noche Vieja. Ese instante de tan solo un par de segundos, en los que sientes que has entrado a un momento diferente, por tan solo moverse la aguja de un reloj. Sientes esos nervios por haber salido de una habitación antigua y esperas poder contemplar una alcoba enorme con miles de sorpresas en cada cajón, aún por descubrir, a lo largo de otro año. Pero esta vez tienes miedo, mucho miedo. La antigua habitación de la cual saliste brillaba, rebosaba luz y sin embargo, te sumergió en su oscuridad. Tienes miedo de volver a dejarte cegar por la luz, por la paz que pensamos que siempre significa la claridad. Es aterrador, intentar dar un paso a un nuevo comienzo, para aquellos que en un solo año, hemos andado en la oscuridad sin que nadie lo supiese, sin que realmente, supiesen donde encontrarnos. Todos tenemos cierto rechazo a la oscuridad, todos tenemos miedo a lo que no conocemos, pero, para aquellos que la mayoría del tiempo, hemos guardado el dolor a oscuras, sabemos que al menos la oscuridad no nos pueden confundir. La luz nos hace pensar que lo conocemos todo, qué no hay nada más allá de la luz, puesto que somos capaces de distinguirlo todo y sin embargo, se nos olvida que gracias a la luz, también hay zonas de sombras, con cosas que nadie nunca ve. Por eso este es mi primer año, en el que no sé como empezar, qué deseos pedir a las doce uvas, ni si realmente, esos deseos conseguirán sacarme de esta habitación a oscuras. Ahora, este es mi hogar.  





viernes, 30 de agosto de 2013

Abrázame.

Abrázame cuando sienta que el suelo tiembla bajo mis pies, cuando sienta que el cielo pesa sobre mis hombros más que cualquier material.
Abrázame cuando esté desorientada, cuando estar perdida sea mi única alternativa. Abrázame cuando crea que todo está perdido, cuando sienta
que ya no pueden haber más piedras en el camino. Abrázame cuando sienta que el frío quema, cuando no pueda ver más allá de las tinieblas. 
Abrázame cuando mi pulso tiemble, y en mi mente solo queden malos recuerdos abyacentes. Abrázame cuando la melodía no suene y el día más soleado 
truene. Simplemente abrázame. 

jueves, 4 de julio de 2013

Camino.

¿Qué harías si al despertar todo tu mundo hubiese desaparecido?. Es la sensación a la cual todos tememos, la sensación que todos deseamos no experimentar jamás. El ser humano constantemente planifica momentos futuros, sin darse cuenta de que lo que hay molestarse en vivir, es el presente. El presente dura un segundo, seguramente, cuando terminéis de leer esta frase, ya formará parte del pasado. Es rápido y fugaz, pero puede ser inolvidable. Podemos vivir un solo instante, un beso o un roce con una persona especial y podríamos hablar horas sobre un momento que seguramente no a durado realmente nada. Pero de ese material están hechos los sueños; la vida no está hecha de lo que vivimos sino de como lo sentimos. La realidad es tan relativa como la verdad en las personas.Tendemos a ser perfeccionistas sin darnos cuenta de que el ser humano es imperfecto en sí mismo, y no se le puede pedir a un pez que sepa trepar árboles. Por todas esas razones, pasamos la mitad de nuestra vida quejándonos de lo que no sabemos hacer, y la otra mitad pensando como podríamos realizar algo que seguramente simplemente no está hecho para ser realizado por nosotros, en vez de mirar más allá. Hay que estar dispuesto a mirar más allá de la frontera que se hace llamar 'decepción' y poder darnos cuenta, qué todo río tiene afluentes, y el camino de la vida tiene también muchos otros; aprende a elegir. 

lunes, 15 de abril de 2013

Entre noches.

~ Frente al ordenador, intentando no pensar en que las manillas del reloj se detenían en cuanto ya no estaba con él. Intentaba olvidar que en su computadora había una carpeta con su nombre, con sus fotografías, con sus recuerdos. Era su sonrisa, sin duda, la que tanto alegraba. Esas carcajadas de niño pequeño las que la adormilaban. Y esas peleas interminables entre archi-enemigos que se aman, las que hacían que por más años y años que pasasen juntos, siguiesen siendo niños. Quería terminar aquella taza de té y poder conciliar el sueño pero, ¿cómo?. Estaba eufórica  feliz, radiante, esperanzada. Sabía que de nuevo cuando saliese el sol volvería a hablar con él, a escuchar su risa, sus tonterías y esas cosas que tan solo él y ella sabían. ¿Acaso hace falta leer cuentos para vivir en otro sueño?. Creo que no. A veces soñar depende de quien te haga volar, y sin duda, es la mejor sensación. 

- Contando las horas para volver a verte. J. ♥ 




jueves, 17 de enero de 2013

Quebrante.

~ Ahí estaba de nuevo, el frío llamando a su puerta. Se negaba, una y otra vez a aceptar que cada pocos meses, su miedo volviese tras ella. Reclinada en su butacón, sus gafas de media luna y uno de sus peculiares libros en mano. Así quería recibir la llamada de invierno Annais. Hacia tiempo que se fue pero su presencia sin embargo, aún era palpable en aquel cuarto. Con la mirada perdida de aquel libro, contemplaba aquel cuarto que meses atrás, fue su Olimpo. Cerró la portada de aquel libro, lo posó en la mesa de noche y se dirigió a la cocina. Cabizbaja, lúgubre, gris; así se había vuelto desde su partida. Abrió el armario de la despensa y simplemente esperó. Esperaba que alguien la parase de nuevo, qué alguien quisiese cuidarla una vez más, pero ya nadie había para que le ofreciese su ayuda, su atención, ya no le quedaba nada. Cerró la despensa, suspirando. Giró la cara hacia la derecha y se vio reflejada en la imagen del cristal, y simplemente, estalló en un llanto. James ya no estaba para consolarla, abrazarla o simplemente suplicarla que mirase hacia adelante simplemente, aquella casa se quedó vacía. Como ella. Annais se dirigió al mueble del salón, el segundo cajón a la derecha de la televisión y se puso a escarbar, tirando todo cuanto se encontraba a su paso, si no era lo que buscaba en aquel momento, no importaba, necesitaba aliviar sus ansias. Lloraba, pegaba y gritaba pero nada servía, él no volvería. Ella intentaba aferrarse a la idea de que James, quería que fuese feliz, con o sin él pero no era tan fácil, no para quien ama de verdad. Abrió el primer cajón de la derecha, a sabiendas que sus recuerdos no podían andar lejos, jamás los perdería, jamás osaría no recordar donde guardó algo tan importante como un corazón, y menos el suyo. Tiró fotografías antiguas, manteles de mesa de navidad, velas en caso de emergencia y al fin, ahí estaba. Su pequeña caja fuerte, atada a aquellas minúsculas llaves. Sintió como si aquellas llaves, estuviesen a punto de abrir de nuevo una herida, pero que hermosa y añorada herida. Ansiosa y sin más demora, sin guardar todo cuanto tiró se dirigió hasta el sofá de piel color hueso frente a la televisión, se sentó y cruzó las piernas entre sí. Le temblaba el pulso, y cuanto más temblaba por los nervios, más aumentaba su ansia de conseguir abrir la caja. Por fin se escuchó como encajaba la cerradura con llave y, antes de abrir la caja, cerró los ojos y tomó aire. Abrió la caja y ahí estaba; un libro de poesía con una rosa seca entre sus páginas, marcando uno de sus mejores pasajes, un anillo y quince fotografías numeradas en orden. Annais se echó la mano a la boca, intentando controlar su respiración, era agónico,hermoso...eran recuerdos. Cogió aquel libro y lo abrió por donde marcaba la rosa y comenzó a aspirar el olor de aquel libro. Notaba como volvía la calma para sí, lo besó y volvió a guardarlo. En aquellas páginas aún estaba su perfume. Serena, con el corazón aún dando bandazos intentó mantener la cordura. Cerró la caja y se decidió a guardarla de nuevo. Después de minutos recogiendo aquel estropicio volvió a sentarse en aquel butacón, donde las horas volaban, donde los sentimientos simplemente exiliaban. Se remangó las mangas de aquel jersey de algodón, y miró. Observó las huellas de lo que un día fue real, aquellas cicatrices que harían que Annais, jamás olvidase que James fue real. Qué a pesar de que no sobreviviese cuando la salvó aquel día, siempre estaría presente en su cuerpo y en su memoria para siempre.