jueves, 29 de diciembre de 2011

Ecos de mar.

~ No podría. No podría encontrar explicación alguna para describir aquella noche; estaba junto a ella. Era imposible no desviar la mirada entre copa y copa, o simplemente, rozarla incauto al pasar. Habían demasiadas personas en aquel local, pero era evidente que su rostro era el único que llamaba su atención, no había ninguna como ella y podría jurarlo. Habían sido tantas veces las que había soñado con tenerla consigo una noche como esa, en una playa de arena fina como aquella y al fin estaba ella, con su vestido de seda blanco, escote de palabra de honor y aquel perfume que sería capaz de perturbar cada uno de mis cinco sentidos. "Ven conmigo..."- dijo él susurrandola en un segundo al oído. "Les perderemos, no podemos separarnos, hay demasiada gente"- dijo ella intentando no dejarse seducir. Ella le contemplaba con un brillo en los ojos que cualquier persona habría podido deducir que entre ellos y un par de palabras, había más que química. Era mágia. La cogió de la cintura temiendo perderla, en aquel lugar o en cualquier momento de su vida, sabía que era ella la que tanto esperó. Por aquel paseo marítimo tan solo se percibía el taconeo de sus zapatos, y el corazón a mil de ambos. "No puedo esperar más, y si espero, temo echarme atrás"- dijo él con la cabeza gacha hacia la arena. "No temas, yo estoy contigo, ¿recuerdas?"- dijo ella con una media sonrisa en los labios. "No, no estás conmigo, por eso mismo te he traído aquí. Dime ven, y yo por ti lo dejo todo"- dijo en pocas centésimas de segundos, antes de besarla, sin más prisa que la de al fin, tenerla consigo. 

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