jueves, 10 de noviembre de 2011

Navidad.

- Los copos de nieve se acumulaban en el poyato de la ventana, haciendo de cada montoncito una sonrisa en su rostro. "¿Por qué sonríes Amelie?"- le preguntó su madre admirandola curiosa. "Vuelvo a verle hoy madre, vuelvo a verle". La ciudad de París estaba más bella que nunca, aquellos luceros parecían brillar más que nunca, "será porque él ya está cerca, seguro"- se decía para sus adentro correteando sin rumbo por aquellas calles parisinas. Ahí estaba, era su silueta, su rostro, aquél perfúme de Lacoste que habría reconocido a kilómetros. Jamás podrá contar como sucedió, como un par de besos duraron una eternidad, como tan solo el sentir la electricidad que el fue capáz de dar a su cuerpo, hizo reaccionar aquél cuerpo inerte, muerto tras su partida. "Sentía que me moría sino volvía a ver tu rostro, tus labios, tu pelo..."- le dijo él entre tartamudeos. "Considérate privilegiado pues, estuviste 'apunto' de morir"- le contestó con una mirada nostálgica apuntando hacía el suelo. "¿Por qué dices eso Amelie?"- contestó sin más preambulos que la curiosidad que a él le corrompía. "Porque yo he estado muerta todo este tiempo sin ti a mi lado, y hoy, he vuelto a nacer"- dijo acurrucandose entre sus brazos, una vez más.



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