- Las horas parecian no querer cesar, y su recuerdo parecía no querer marcharse con el paso de las horas. La ténue luz de las farolas aquella madrugada, le hacía recordar aquella noche bajo la lluvia, en la que un paraguas para dos, era el mejor refugio un día como ese, en un lugar como aquél. El olor a hierba mojada, la llema de los dedos caminando por una barandilla cualquiera, mientras sus dedos caminan por su cuello, cual escalofrío una noche de verano al notar la suave brisa de la mañana. Dar vueltas en la cama no servía , su recuerdo era inmune al olvido, su rostro era lo más cercano a lo divino que jamás fue conocido ... su mente lo sabía,su corazón lo reconocía. Esas sudaderas peculiares que le caracterizaban, esa dura pose que no hacía más que hacerle más tierno a ojos de una pobre enamorada, esa sonrisa que parecía pedir a gritos; " No me olvides nunca".
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